Podría comenzar este artículo del mismo modo que el dedicado a Hedda Gabler hace unos meses. Ambas obras las conocí en las inolvidables tardes-noches de TVE, bien en los míticos Estudio 1 o en otros programas dedicados al Teatro.
Como Hedda Gabler, El alcalde de Zalamea es una de mis obras de teatro preferidas, consecuencia de aquella labor educativa que tenía Televisión Española con sus dramáticos en la década de los 60’s y 70’s. Pienso ahora también en «La leyenda del Alcalde de Zalamea» con dirección de Mario Camus en 1973, protagonizada por Francisco Rabal (Pedro Crespo), Fernando Fernán Gómez (Don Lope), Teresa Rabal (Isabel), Julio Núñez (actor al que siempre admiré), Ramiro Oliveros y Antonio Medina como los oficiales del Tercio, Sonsoles Benedicto y Charo López (las hermanas), y que fue una gran adaptación de la obra de Calderón.
Como nos dijo Helena Pimenta en la rueda de prensa del pasado miércoles 17 en la Sala Mariano Cariñena del Teatro Principal de Zaragoza, y que es quien dirige la última versión de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, El alcalde de Zalamea «sería necesario cada año porque tiene mucho que contar. Ahora vivimos de forma más acomodada, pero sigue habiendo abuso del más fuerte sobre el más débil».
Protagonizada por Carmelo Gómez (Pedro Crespo), el reparto cuenta con Joaquín Notario (Don Lope), Nuria Gallardo (Isabel), Rafa Castejón (Juan), Jesús Noguero (Don Álvaro), Clara Sanchis (Chispa) y David Lorente (Rebolledo), entre otros. Impresionante producción teatral, cuenta con 21 artistas, vestuario de Pedro Moreno, música de Ignacio García, iluminación de Juan Gómez Cornejo, escenografía de Max Glaenzel, coreografía de Nuria Castejón y asesoría de Jesús Esperanza (esgrima) y (verso) Vicente Fuentes, ha contado con el patrocinio de Loterías y Apuestas del Estado. Hacía cinco años que la Compañía Nacional de Teatro Clásico no representaba El alcalde de Zalamea (el último lo protagonizó Joaquín Notario) y en parte por eso lo ha elegido Pimenta para reabrir el Teatro de la Comedia, tras estar 14 años cerrado.
La obra ofrece muchas visiones y todas son válidas, en un contexto escenográfico de notable austeridad, como una gran pista por la que personajes y situaciones se mueven con gran libertad. Uno de los momentos más encantadores de la función la protagonizan Francesco Carril, que sueña con conquistar a Isabel, y Álvaro de Juan, que interpreta a un criado famélico que delira por llevarse un mendrugo de pan a la boca y que es el contrapunto humorístico perfecto a su amo.
La adaptación de Álvaro Tato (componente de ese grupo genial llamado Ron Lalá), enriquece el verso de Calderón de la Barca haciéndolo más cercano a nuestro tiempo, depurando el ritmo y el significado de esos versos universales. La dirección de Helena Pimenta logra que cada personaje despliegue toda su energía para conformar un grupo que se mueve por el escenario encajando a la perfección todas las piezas.
Pedro Crespo (Carmelo Gómez, inmenso y con poderosa voz). Este magnífico actor sólo había trabajado en dos ocasiones el verso: con Lope de Vega: El caballero de Olmedo, dirigido en teatro por Miguel Narros, y en cine El perro del hortelano, dirigido por Pilar Miró.
Don Lope de Figueroa (Joaquín Notario, actor insigne de la Compañía Nacional de Teatro Clásico): desarrollan juntos muchas de las mejores escenas de la obra, ésas en las que se definen lo que son las clases sociales a las que cada uno pertenece.
Chispa, personaje que defiende Clara Sanchis con mucho encanto (y que yo recordaba con nitidez interpretado por la gran Alicia Hermida en el mítico Estudio 1 al que antes hacía referencia): muchacha primaria que habita junto a los demás soldados del tercio donde es un hombre más y que salta de alegría cuando confiesa que está embarazada. A su lado, Rebolledo (David Lorente, que está estupendo en el papel), su compañero, es el pobre soldado que siendo el rey de los pícaros es también víctima de su amo.
El hijo de Pedro Crespo encuentra en Rafa Castejón un intérprete muy seguro, dando vida al hijo respetuoso. Padre e hijo, unidos en el servicio al Rey ante guerra y en la soledad devastadora de pertenecer a un estrato social despreciado.
Jesús Noguero compone el personaje más odiado de la obra: el oficial que viola a la hija del alcalde de Zalamea. En las antiguas representaciones era insultado por el público y debía salir de los teatros bajo protección.
Nuria Gallardo, con una trayectoria teatral muy importante, lleva toda la vida sobre los escenarios y trabajó siendo muy joven (una niña) en los Estudios 1. Que nadie olvide que ella ha trabajado al lado de los más grandes actores de nuestra escena, encabezados por el mítico José María Rodero en Luces de Bohemia de Valle-Inclán (montaje histórico de 1984, dirigido por Lluis Pasqual y Escenografía y Vesturario de Fabià Puigserver). La lista de autores que ha representado es impresionante, pero de ello les hablaré próximamente ya que en unos días mantendré con ella una entrevista en profundidad.
En “El alcalde de Zalamea” está inmensa, conmovedora… ese monólogo que interpreta es desgarrador, y lo interpreta con una maestría que para sí la quisieran las actrices “famositas” que aparecen en la actualidad en las series de televisión de más éxito (deberían ir a verla al teatro y aprender de ella).
Este “El alcalde de Zalamea” de Helena Pimenta, es el comienzo de una nueva etapa en la sala original del Teatro de la Comedia que creó el gran Adolfo Marsillach (ahora se cumplen 30 años). Estos días en el Teatro Principal de Zaragoza están llenado el aforo. Aplausos interminables y el público puesto en pie. No es para menos… ¡Qué gran espectáculo teatral¡
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NOTAS:
Las fotografías oficiales de la obra «El alcalde de Zalamea» insertadas en este artículo son propiedad de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Las fotografías del reparto de la CNTC saludando al final de la función y del posterior coloquio con el público, son propiedad y autoría de YOLANDA AGUAS para CINET FARÖ.