Me confieso incondicional del cine de LUCHINO VISCONTI. ¿Se acuerdan de él? Parece que su cine haya sido olvidado casi tan cruelmente como se suele olvidar a los muertos.
Anticipo ahora que pronto vamos a escribir una semblanza del maestro italiano, como nuestro particular homenaje a él y a sus grandes películas: Ludwig, Muerte en Venecia, La caída de los dioses, El Gatopardo, El Inocente o esa película “menor” en la que Burt Lancaster interpreta inolvidablemente a un viejo profesor: Confidencias.
Si tras el fallecimiento de Visconti, hubiéramos de citar a otro director europeo que siguió su particular estela, en cuanto a grandes producciones, ése sería sin duda alguna: Bernardo Bertolucci.
Bertolucci, director que firma películas importantísimas como El último emperador, El cielo protector, El último tango en París, Novecento, El conformista, La estrategia de la araña, Belleza robada o Pequeño Buda, entre otras…, escribió y rodó en el año 1979 la que para mí es una de sus mejores películas: LA LUNA.
LA LUNA, película que causó una gran polémica en el año de su estreno, narra la vida de Caterina, una famosa cantante de ópera norteamericana que, ante la repentina muerte de su esposo, tiene que llevarse con ella a su hijo durante una gira por Italia que no ha podido cancelar. A partir de ese instante, se inicia poco a poco una relación incestuosa entre madre e hijo al mismo tiempo que el joven, en la confusión propia de su temprana edad, se introduce peligrosamente en el mundo de la heroína. El hijo en su estancia en Italia anhela conocer a su padre biológico con el que apenas convivió siendo él un bebé.
Como siempre, las imágenes de Bertolucci son preciosas…
Caterina, perdida por completo en la soledad emocional que tantas veces acompaña a las grandes estrellas internacionales, se entrega también a la relación con su hijo en un viaje que poco a poco irá destruyéndola. Y es sólo cuando ella logra rescatar a su hijo de esa vorágine de destrucción, cuando vuelve a encontrar cierto equilibro en su vida.
Es obvio que en esta película, la luna simboliza a la madre. Ambos, luna y madre, antropológicamente hablando son elementos análogos que cumplen el mismo rol. No es casualidad que la película comience con un precioso plano de la luna con el hijo-bebé y su madre paseando en bicicleta a la luz de la luna y finalice con esa misma luna sobre los tres protagonistas: madre, hijo y padre recuperado. En el camino, el complejo de Edipo del hijo se resuelve cuando llega la presencia del padre verdadero y con él la aceptación del hijo, dejando así atrás esa carencia que le había arrastrado a la infelicidad. La madre, simbolizada por la Luna, recupera su lugar en esa relación entre padre e hijo, con lo que ella también queda liberada.
JILL CLAYBURGH, breve semblanza de la actriz protagonista de LA LUNA:
Jill Clayburgh nació el 30 de abril de 1944, en Nueva York, en el seno de una familia judía acomodada. Su madre Julia Louise era secretaria ejecutiva del productor teatral David Merrick y su padre Henry Clayburgh era industrial. Su abuela paterna fue la célebre cantante de ópera Alma Lachenbruch Clayburgh.
Su holgada situación económica le permitió educarse en los mejores colegios del Upper East Side de Manhattan. Cuando decidió convertirse en actriz ingresó al Charles Street Repertory Theater en Boston. En los años sesenta tuvo una intensa actividad en los escenarios teatrales de Broadway. En 1963 tuvo una pequeña participación en la cinta experimental “The Wedding Party” dirigida por Brian de Palma, Wilford Leach y Cynthia Munroe, pero la cual no se presentaría en público hasta 1969.
Jill Clayburgh vivió con Al Pacino entre los años 1970 y 1975, aunque nunca llegaron a casarse, lo cual haría el 8 de marzo de 1979 con David Rabe, con el que tuvo dos hijos: Michael y Lily Rabe.
Jill y David se mantuvieron juntos hasta el pasado 5 de noviembre de 2010 en que la actriz falleció de leucemia, enfermedad con la cual había luchado durante 20 años. Su hija Lily Rabe ha seguido la carrera de actriz en escenarios teatrales.
Jill mantuvo siempre una muy buena amistad con Meryl Streep, a pesar de que de cierta manera muchos de los pocos roles de mujeres independientes y decididas que se dieron en los años 80, cayeron en manos de Meryl. La carrera de Jill vino en declive sobre 1985, al escasear los buenos papeles para ella y entonces se refugió en la televisión. Uno de los últimos trabajos que realizó y que tuvo más reconocimiento fue precisamente en la serie Aly McBeal, donde interpretó a la madre de la protagonista.
Sin embargo, Jill Clayburgh tiene un lugar entre las grandes actrices del cine norteamericano del siglo XX, con papeles tan importantes como: Una mujer descasada, (por cuya interpretación obtuvo el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes de 1978), Comenzar de nuevo, El ladrón que vino a cenar, o esa gran interpretación bajo las órdenes de Costa Gravas: Hanna K.
Con este artículo, quiero rendir un homenaje a esta magnífica actriz. Les dejo a continuación algunas imágenes de Jill Clayburgh durante su trabajo en LA LUNA:
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NOTA: Las fotografías que aparecen en este post son propiedad de sus autores.