Me daba mucho miedo ver esta película por todos los panegíricos que había leído y escuchado semanas atrás.
Me sucedió lo mismo cuando el gran Clint Eastwood dirigió “Sin perdón”. Quizá porque el musical y el wéstern estaban entonces y ahora bastante olvidados en el cine.
Sin embargo, me fascinó “Sin perdón” y me ha gustado bastante “La La Land”.
No creo que Damien Chazelle haya pretendido hacer nada nuevo en el género del musical. La película no presenta novedades relevantes al respecto. La historia es tan normal como cualquier otra: mil veces repetida.
Mia (Emma Stone) es una aspirante a actriz que lucha por conseguir su sueño: ser una estrella de cine como las de la época dorada de Hollywood. Sebastian (Ryan Gosling) es un pianista que intenta reabrir un local mítico de jazz: quiere triunfar en el mundo del jazz tocando como el mítico John Coltrane. Se conocen, se enamoran y juntos quieren alcanzar sus sueños.
Chazelle, inspirado por los musicales de Jacques Demy, crea una fábula musical que pienso marcará a toda una generación como antes lo hicieron otros musicales.
Pero la importancia de esta película radica, estamos casi todos de acuerdo, en que hay que luchar siempre por cumplir nuestros sueños. Esa es la idea. Luchar por ellos porque pueden cumplirse.
“La La Land” no sepulta el amor romántico sino que le aporta una lectura casi mitificadora. Estamos viviendo en una era plena de virtualidad, quizá por ello cuando suena la música que se repite a lo largo de toda la película, se despierta en los espectadores esa pasión y añoranza por las películas románticas norteamericanas. Mia y Sebastian cantan a la felicidad que se plasma en cada enamorado que abandona las injusticias del mundo cotidiano para escapar mediante el rapto amoroso.
El director juega con ventaja porque ha podido hacer el mejor conglomerado intertextual que se haya articulado jamás, apoyándose de los grandes musicales: Grease (1978), Sweet Charity (1969), Cantando bajo la lluvia (1952), Shall We Dance (2004), West Side Story (1961)…
Ésa era su gran baza, y bien que la ha aprovechado.
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