EL PRÍNCIPE DE MAQUIAVELO (Dramaturgia: Juan Carlos Rubio), por Yolanda Aguas

Es cierto que esta obra de teatro, con dramaturgia de Juan Carlos Rubio, no es apta para todos los públicos. Este es uno de los casos en que los creadores deben contar con la complicidad intelectual del público que asistirá a las representaciones.  Y es de agradecer.

Es una obra que fusiona textos de los títulos más conocidos del autor italiano y que da voz a un intenso personaje para demostrar que el poder, sea cual sea la época o la ideología, obedece siempre a las mismas reglas, independientemente del fin y de los medios.

Además de El Príncipe, el montaje de Rubio recoge fragmentos de otras obras de Maquiavelo como Discursos sobre la primera década de Tito Livio, Del arte de la guerra, La mandrágora y correspondencia personal del autor. El trabajo del director hizo especial hincapié en el pensamiento de Maquiavelo pero quitando muchas referencias históricas a gobernantes y a ejércitos.

Las conspiraciones en los despachos de los políticos, la corrupción de los mismos y de los poderosos, el maltrato a los más débiles…, son algunos de los temas que aborda el texto.

Son palabras pronunciadas por Maquiavelo en el siglo XVI, pero que siguen igual de vivas (o más) en la actualidad.  Existe una evidente conexión con la problemática política de nuestros días.

La escenografía es sencilla pero magnífica. Los elementos sonoros también.

Y esta propuesta teatral cuenta con un actor maravilloso, Fernando Cayo, que ofrece todo un recital interpretativo. Pura maestría.

No nos sorprende, es cierto, el actor vallisoletano de clara y perfecta dicción. Voz profunda y potente, bellísima.  Es una delicia verle interpretar en teatro, cine o televisión.

Le vi hace dos años en los Teatros del Canal en Madrid, y ayer volví a disfrutar como la primera vez.

Fernando Cayo, ha hecho suyo el texto del ensayista y diplomático renacentista, ambientado en un despacho de los años sesenta, y juega divirtiendo y divirtiéndose durante toda la función. Los últimos veinte minutos son insuperables, cuando “el diplomático” ya no lo es, cuando “el leñador” asume su nuevo estatus social.  Una transformación dolorosa, desde cualquier punto de vista.

Sigue la gira, si tienen oportunidad no duden en verla.  Es un regalo para la inteligencia.

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NOTAS:

Las fotografías oficiales de «El príncipe de Maquiavelo» insertadas en este artículos son autoría de Sergio Parra.

Las fotografías de Fernando Cayo saludando al finalizar la función en T. de las Esquinas, son propiedad y autoría de Yolanda Aguas para CINET FARÖ.

 

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