“Un sol interior”, es la última película que nos llega dirigida por Claire Denis y co-escrito con Christine Angot, la película está basada en el ensayo Fragmentos de un discurso amoroso, del filósofo Roland Barthes.
Isabelle (Juliette Binoche) es una pintora divorciada con una hija de diez años a su cargo, que está en busca del amor verdadero. Tiene un affaire con un cretino banquero, sale a cenar con un actor casado, prueba otra vez con su ex marido, le da una oportunidad a un hombre de otra clase social, queda fascinada por un enigmático galerista. ¿Alguno de ellos le interesa de verdad? ¿Encontrará la felicidad a pesar de estos desencuentros?
Es una película para paladares exquisitos. Aunque está etiquetada como una comedia romántica, su directora plantea un giro en los elementos que componen al género.
La película comienza rompiendo la intimidad de Isabelle (Juliete Binoche) y su amante, mientras Agnès Gordard, como ya es habitual a cargo de la fotografía, mantiene unos planos muy estáticos centrados en el diálogo y los gestos de las personas que se cruzan en la vida de la protagonista. Esa dirección de fotografía está enfocada en su protagonista que sustenta todo el peso del filme. Primeros planos que buscan demostrar esas partes de la idea de amor.
La vida de Isabelle, vehiculada entre sexo, lágrimas, sonrisas y agonía, transcurre en sus cuadros y en su desesperada vida. Se desvive por encontrar el amor verdadero que nunca ha logrado experimentar, resultando una tarea demasiado ardua por el idealismo que es incapaz de borrar de su mente respecto a las personas y al amor que deben sentir y compartir. Entre varios momentos cómicos, Denis deja ver a la luz los problemas de sus personajes, así como numerosas reflexiones sobre la diferencia entre el amor sentimental y el sexual, que a veces se mezcla con las necesidades humanas, siendo incapaces de distinguirse entre sí.
El film mezcla una pequeña adaptación de “Fragmentos de un discurso amoroso” (ensayo de Roland Barthes, 1977) y las experiencias personales de Denis y su compañera en la creación del guion, Christine Angot. La fantástica directora decidió poner en la cabeza de este proyecto a Juliette Binoche, presentando una exquisita historia sobre la desesperación de la protagonista por encontrar el amor.
Como viene siendo habitual, Juliette Binoche se supera a sí misma con esta nueva interpretación. Es única para lograr esos cambios entre la alegría y la tristeza, por el desconocimiento de sí misma. La duda recurrente de lo que quiere de sí misma y lo que deberían proporcionarle el resto de personas, se deja ver sutilmente y con una delicadeza admirable a través de su banda sonora encabezada por la suave voz de Etta James y sus ritmos de soul y jazz que aparecen en el momento indicado.
Pero lo mejor de todo el film llega en sus últimos diez minutos. Juliette Binoche comparte pantalla con Gerard Depardieu (sin compartirla realmente, es una paradoja), en un diálogo totalmente atrayente. Gérard Depardieu. Como un foco de la esperanza, el hombre que recoge el momento más esperado en la vida de Isabelle en sus manos, mastica cada una de sus frases hasta sobrecoger con cada duda, sonrisa o inseguridad del mismo. La construcción de un diálogo en plano contra plano de la protagonista y Depardieu, cierra el film con idas y venidas de ambos personajes, intentando llegar a una conclusión o una pista donde poder hallar el sol que se encuentra dentro de cada uno de nosotros.
Un sol interior es una película singular, por la manera en que está rodada, haciendo casi un homenaje a “Rayuela” de Cortázar, la película podría comenzar o terminar justamente al revés de cómo la hemos visto.
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