VANESSA REDGRAVE (El dolor del mar), por Yolanda Aguas

Siempre impone su presencia.  Da igual que sea en una rueda de prensa, en una entrevista en televisión, en un teatro o en una pantalla de cine.  Es la reina europea de la interpretación. ¡Todos de rodillas¡

La Sra. Redgrave estuvo en España para presentar su primer trabajo como directora: “Sea Sorrow”  (El dolor del mar)  y clausurar el Atlántida Film Fest.  Sentencia diciendo “nunca olvido que el fascismo puede volver”.  Su película es un documental que denuncia el drama de los refugiados, de tantas vidas que se pierden en el mediterráneo tratando de llegar a Europa.

La imagen de Alan Kurdi, el niño sirio hallado muerto en una playa turca en septiembre de 2015, la conmocionó. Y Vanessa Redgrave decidió actuar.

Produjo un montaje teatral de La tempestad de Shakespeare con el que recaudó ocho mil euros para el British Refugee Council y después de filmar la obra decidió que podía ir un poco más lejos con un documental en el que mostrar no solo todo lo que había visto en sus visitas a campos, sino todo lo que ella misma había vivido.

“Cuando sabes lo bastante de historia, cuando algunos de tus familiares han muerto, cuando miembros de tu familia han estado muy enfermos y has intentado ayudar siempre a la gente, bien sea dando algo de dinero a Oxfam, Médicos sin fronteras… ves las cosas completamente diferentes y te conviertes en otra persona. Intento explicar esto, aunque no sé si debiera ser necesario para mostrar que ver las cosas de una manera distinta es lo que me llevó a dirigir Sea Sorrow, en vez de solo producirlo; porque pensé que tenía una narrativa personal que ofrecer”.

Sea Sorrow cuenta con la colaboración de Emma Thompson y de Ralph Fiennes,que interpreta un fragmento de La tempestad de Shakespeare. Redgrave conecta el texto del dramaturgo británico con el problema de los refugiados una vez que ha mostrado imágenes sobre la jungla de Calais en el norte de Francia o ha denunciado que hay 95.000 niños solos en Europa. La actriz admira la lección de humanidad que ha ofrecido Grecia frente a, por ejemplo, Hungría, que no ha acogido a ningún refugiado en esta crisis con especial protagonismo de Siria a pesar de que 200.000 de sus ciudadanos fueron recibidos por otros países europeos durante la Segunda Guerra Mundial. Redgrave recuerda la importancia de cualquier gesto por pequeño que sea: “Hay una cita hebrea que dice: ‘Quien salva una vida, salva la humanidad’. Todo el mundo puede ayudar. Yo me preguntó cada día cómo hacerlo y cómo no dejarme corromper por el sistema”.

El documental  quiere explicar de manera tranquila hechos para que la gente reflexione sobre estas leyes, sobre cómo afectan a los refugiados en conflictos de todo el mundo.

Sea Sorrow no analiza la situación de los refugiados con profundidad informativa sino desde el asombro de la Redgrave activista, que se enfrentó a abandonar su ciudad natal siendo apenas una niña por culpa de la guerra. “Vi Londres en mi infancia destrozado y es algo que no he podido olvidar. Me refugié en el norte con mi familia y pensaba que los nazis iban a ocupar Inglaterra. No pasó”, relata quien no lo vivió con ojos de cineasta sino desde la protección de sus progenitores. Ellos, sin embargo, no pudieron impedir que viera el cielo en llamas, proveniente de un fuego a más de 60 kilómetros de distancia. “Me dejó en shock durante años”, confiesa sobre una imagen que ha marcado su compromiso político y social con quienes se ven forzados a abandonar su hogar por culpa de los conflictos.

“Después del final de la guerra, la gente bailaba y celebraba que el fascismo había sido derrotado y los marines y los soldados incluso gente de mi familia volvía a sus lugares de origen. Eso quizá ayuda a entender por qué he hecho esta película”, prosigue antes de recordar que la victoria costó millones de vidas. Eso y que el peligro sigue existiendo. “Nunca olvido que el fascismo puede volver. Tengo miedo y por eso denuncio la situación. Quiero proteger a la gente de la guerra, de la persecución, de la violencia”“He hecho esta película por razones legales y humanitarias. Todos los países son codiciosos. Han firmado una convención de los Derechos Humanos, unas leyes obligatorias que, en lugar de cumplir, esconden y no las respetan. Son muy precisas», denuncia antes de recordar que «el fascismo fue derrotado en Italia, en Alemania, en Japón y en España; esos son los hechos históricos.

NO OLVIDEN SUS PALABRAS:

«No quiero pasarme los meses o años que me queden de vida dando discursos. Por eso me decidí a ponerme detrás de la cámara. Quise hacer una elegía. La película no es más que una expresión del dolor; un dolor muy concreto. Europa prometió ayudar a gente que escapaba de la guerra y que nos veían como un santuario, el único en el mundo. Y hemos roto esa promesa. Les hemos traicionado. Hemos olvidado quiénes somos y por qué somos europeos».

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NOTA:  Las fotografías insertadas en este artículo son propiedad de sus autores.

 

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