Su presencia despierta la misma simpatía que sus múltiples personajes. Es exactamente igual: carismático, divertido, inteligente… Se ganó a todos los periodistas en un minuto. Su conferencia de prensa fue una de las divertidas que recuerdo.
Llegó al cine de casualidad (primero quiso ser peluquero) y por ello considera que todo lo que le ha sucedido es el más feliz de los accidentes. Ha ganado un Globo de Oro y una nominación a los Oscar por producir ‘Erin Brockovich’. Cuenta con una filmografía de más de un centenar de títulos, ha dirigido films tan memorables como ‘La guerra de los Rose’ (1989), ‘Hoffa:un pulso al poder’ (1992) y ‘Matilda’ (1996) y descubrió a Tarantino antes de que el californiano hubiese estrenado “Reservoir Dogs”. Toda esa trayectoria (tiene 73 años) culmina con el Premio Donostia 2018. Está feliz, como si no terminara de creérselo del todo: «Llevo trabajando mucho tiempo en la industria del cine y siempre, desde el primer día que me dieron un trabajo como actor, ha sido muy excitante. Siempre he pensado en el día a día, en lo que pasa en el ahora. Y ha sido así a lo largo de mi carrera. Primero actué y luego decidí probar con la dirección, porque pensé que si lo conseguía iba a ser lo mejor que se puede conseguir».
Aprovechando su paso por San Sebastián DeVito presenta ‘Smallfoot’, su última película como actor (en España se estrena el 11 de octubre), una película de animación sobre un Yeti que busca comprobar la existencia de los humanos, pero también un alegato contra la xenofobia y las consecuencias que puede tener «seguir ciegamente a alguien, porque te puedes dar de bruces contra la pared».
Cuenta DeVito que ya antes de ganarse la vida como actor se pasaba los sábados en la oscuridad del cine, obnubilado ante el poderío interpretativo de Humphrey Bogart, Edward G. Robinson, Jerry Lewis o los hermanos Marx, sus favoritos. «Pero nunca pensé dentro de mí que yo mismo podría hacerlo. Hasta que tenía alrededor de 19 años, me apunté a la escuela de interpretación y decidí dejar todo lo demás. Me picó el gusanillo y ya no pude parar. Iba a ver teatro, leía los libretos e intentaba participar yo mismo en cosas. Me gustaba la idea de romper esa barrera que hay con el público: quería meterme en sus vidas». Dice que triunfar en la vida «es una cuestión de ocupar el espacio que te da la vida y confiar en uno mismo. Tienes que dar el primer paso, sea cual sea el trabajo que hagas, ir hacia delante, tener el coraje». «Cuando empecé a producir películas gracias al éxito que me reportaron películas como ‘La guerra de los Rose’, leí un guión que me encantó y que quise hacer. Pero alguien me dijo: ‘Ya hay alguien haciendo esta película».
Después de haber tocado todos los palos de la industria del cine, lo que ahora le apetece más es volver a los escenarios. «El problema es que estoy un poco mal acostumbrado. Después de haber interpretado obras de Neil Simon, Arthur Miller, de haber hecho ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’ en teatro... Me gustaría hacer algo así si encuentro un proyecto que me estimule, como actor o director. No lo sé. Sólo quiero pensar en el ahora, que es echar un poco de agua en este vaso».
La anécdota divertida de beber de una botella de agua le sirve a DeVito para lanzar una advertencia y cargar contra la situación política en su país. «Tenemos que ser muy cuidadosos, porque esto ahora mismo nos parece una simple botella de agua. Pero en un futuro muy próximo, esto se va a convertir en algo muy valioso. Porque tenemos a todas estas personas que toman decisiones sobre nuestras vidas y nuestro planeta, y no van a pensar en los niños y su necesidad de agua. Tenemos que cuidar el planeta. Vengo de un país que le ha dado la espalda al cambio climático y a muchas otras cosas. No estamos ahora en un buen momento. simplemente espero que podamos cambiar eso con las elecciones a mitad de mandato para que al menos podamos poner freno a la destrucción que está teniendo lugar».
Danny DeVito: actor, director, productor y activista medioambiental. Sin duda, un gran Premio Donostia.
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NOTA: Todas las fotografías insertadas en este artículo son propiedad y autoría de Yolanda Aguas para CINET FARÖ.