Tío Vania, de Antón Chéjov, palabras mayores (como todo el teatro del genio ruso). Los personajes que viven en la obra lloran, beben, duermen y se lamentan en escena. El profundo aburrimiento de sus existencias y el tedio hace que vivan dormidos, en un transcurrir de los días de eterna penitencia, resignación y conformismo.
Chejov escribió Tío Vania en su hacienda de Melikhovo, acompañado de Tolstoy, Turgenev, Grigorovich, Tachaikovsky y Goltsev. Admirados retratos que supervisaban su trabajo, el de doctor más que el de literato, pues el tiempo que le quedaba para cuentos y teatro era escaso: la salud de una veintena de aldeas –incluido un monasterio– dependía de su cuidado médico, sin olvidarse de las peonías que tan satisfecho le hacían sentir. Las veía al asomarse por la ventana del estudio que daba al jardín. Los montajes de la obra siguen siendo aclamados más de un siglo después de que Stanislavski la dirigiera, en 1900. La obra no fue un fracaso; pero tampoco tuvo el éxito esperado. La producción de La gaviota, dos años atrás, había dejado el listón muy alto. Pero las críticas, demasiado tibias, no le bajaron la moral al escritor. Sobre todo porque, cuando la obra se estrenó, sus pulmones tísicos se estaban dando un respiro en Yalta. Así, Antón Chéjov no pudo ver la representación hasta la primavera en que el Teatro del Arte de Moscú (MAT) inició una gira por la península.
De la mano del director argentino, Daniel Veronese, nos llega ahora una versión libre de “Tío Vania”. Tras su éxito en Madrid, la compañía inicia gira por España. Antón Chéjov un escritor de índole naturalista se caracterizó por escribir sobre los sentimientos y la vida de la sociedad que lo rodeaba, es decir Rusia de finales del siglo XIX. Para realizar el análisis de textos narrativos (teatro, relatos cortos…) debemos analizar los contenidos, es decir tema, ideas, personajes y ámbito. El análisis de las formas es también parte primordial de este análisis global, los espacios, tiempo, repeticiones…. Eso es lo que hace Veronese, en una muy acertada interpretación del texto y en la dirección de los actores.
En todo su conjunto, el reparto brilla sobradamente, mención aparte para el gran trabajo de Ginés García Millán (Vania) que firma una de sus mejores interpretaciones. Sus compañeros, Marina Salas, dando vida al personaje de Sonia, Jorge Bosch (Astrov), Pedro G. de las Heras (Serebriakov), Natalia Verbeke (Elena), Susi Sánchez (María, la madre de Vania) y Teleguin, interpretado por Malena Gutierrez, quien dota ese humor tan necesario para aliviar toda la tensión que se vive en la hacienda.
Precisamente, decía Susi Sánchez en una entrevista que: “Veronese y Chéjov ponen un espejo ante la desnudez y las pasiones íntimas del ser humano. Trata muchos temas pero quizá el más sobresaliente es el deterioro emocional que nos produce el reconocimiento de no haber podido cumplir nuestros sueños. Es una obra extraordinaria que debería conocer todo el mundo. En este montaje, el espectador vive la experiencia de una montaña rusa emocional. Hay humor y también dolor. Es como ver a través de una mirilla las pasiones que se desatan en una familia”.
Así es, no duden en ver esta propuesta teatral de Daniel Veronese y del magnífico reparto que le acompaña.
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NOTAS:
Las fotografías oficiales de la obra son propiedad de su autor.
Las fotografías de los intérpretes saludando al finalizar la representación, son propiedad y autoría de Yolanda Aguas para CINET FARÖ.