Texto: Yolanda Aguas
«El favor es una brisa que cambia de dirección todo el tiempo. En un instante, vuelves a encontrarte durmiendo junto a un montón de putas sucias», afirma alguien en un momento de la película, y es una verdad que tanto Sarah como Abigail tendrán ocasión de certificar mientras pelean brutalmente por el corazón y el poder de la reina. Y contemplarlas hacerlo, resulta divertidísimo en muchos momentos, aunque de repente deja de serlo.
El de Ana de Gran Bretaña es uno de los reinados menos conocidos de la historia británica y, a decir verdad, “La favorita” no ofrece detalles sustanciales sobre él —aunque, eso sí, es de lo poco que no ofrece—. Los 17 hijos que perdió a lo largo de su vida y las guerras que mantuvo con España y Francia son asuntos a los que alude pero sobre los que en absoluto pormenoriza, y en cambio se centra en otro sobre el que en realidad no hay certezas históricas: la relación que Ana mantuvo tanto con la duquesa Sarah Churchill, durante años su más íntima confidente —y, afirma la película, su amante secreta—, como con Abigail Hill, que decidió suplantar a Sarah como beneficiaria de los afectos de la reina.
El director griego, Yorgos Lanthimos, cuyas películas ‘Canino’, ‘Alps’, ‘Langosta’ o ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ lo coronan como un director sorprendente, distinto y extraño (no apto para todo el mundo, en muchos provocará rechazo). Sus guiones son una locura, un soplo de aire fresco en el cine actual. Quizás esta última película es la más convencional de todas las que ha hecho (no la ha escrito).
A principios del siglo XVIII, Inglaterra está en guerra contra Francia. En este caótico telón de fondo, nos encontramos con una reina debilitada, Anne (gran trabajo de Olivia Colman), que ocupa el trono, mientras que su amiga Lady Sarah (Rachel Weisz) gobierna el país en su lugar, debido al precario estado de salud y al carácter inestable de la reina. Cuando una nueva sirvienta, Abigail (Emma Stone), aparece en palacio, su encanto seduce a Sarah. Esta ayuda a Abigail, quien ve una oportunidad para regresar a sus raíces aristocráticas. Como la política ocupa gran parte del tiempo de Sarah, Abigail empieza a acompañar con más frecuencia a la reina.
El guion tiene mucho sentido del humor, ironía y sarcasmo a través de los cuales se hace una crítica brutal a la clase acomodada, llena de excesos. El papel del hombre es anecdótico, ya que el peso lo llevan las tres mujeres fuertes y a la vez frágiles, dos de las cuales se pelearán y harán todo lo posible para ganarse el beneplácito de la reina, interpretada – volvemos a decirlo – magistralmente por Olivia Colman.
Técnicamente el filme sobresale el uso del gran angular y la panorámica deformante, que pretende por un lado empequeñecer a sus personajes y por otro engrandecer la losa que lleva a cuestas la reina.
Visualmente espectacular (debo destacar a Robbie Ryan, director de fotografía), parece que estemos delante de una pintura preciosista de época, cuyos contrastes en los tonos acentúan aún más si cabe los dilemas de la reina.
En cuanto a la banda sonora, acompañando a las imágenes, podemos apreciar composiciones de Vivaldi, Purcell, Handel o Bach (todos ellos compositores barrocos, como la estética de la película).
El trabajo de sus tres actrices protagonistas es estupendo. Rachel Weisz, Emma Stone y Olivia Colman no decepcionan, y son las mujeres ideales para representar este juego cínico llevado al extremo orquestado por Lanthimos. Colman podría ganar el Óscar, atentos…
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