Texto: Francesc Mazón Camats
Fotografías oficiales: May Zircus para el TNC
Fotografías de María Araujo y Marian García Milla, aparecen por cortesía/cesión de una gran amiga de CINETFARO.
El gran Mercado del Mundo: Barroco Follies
Vaya por delante (aviso a apresurados): Magnífico Espectáculo, de lo mejor de esta temporada.
Atreverse hoy a montar un auto sacramental, de nuestro brillante Siglo de Oro, es un ejercicio de riesgo.
Xavier Albertí, director del TNC, se enfrenta a estas casi olvidadas obras de exaltación de la fe y la ideología contrareformista, tan codificadas y frecuentemente utilizadas como armas de adoctrinamiento, con valentía, respeto y una clara voluntad de despojarlas de adherencias ideológicas. Intenta devolverlas a un lejano esplendor verbal y visual que llegó a ser popular y espectacular.
Abre la obra un prólogo en negro, donde se plantea el esquemático hilo argumental. Un padre/padrone (Papa y Rey) duda entre sus dos hijos gemelos a quien ofrecer su mayorazgo (larga tradición dels “hereus”) y la mano de Gracia, la virginal doncella. Decide ponerlos a prueba en el mercado de la Vida, donde demuestren su buen/mal “genio” y su uso del “talante” (dinero-poder-destreza). Todo muy alegórico, maniqueo y doctrinal.
Pero el Sr. Albertí, hace descender del cielo a la Fama, espectacular Lara Grube, alada y vestida de lamé dorado y con un pianista de blanco, un enorme ventilador y la magia, el tono está dado.
Maravilla de vestuario de Marian García Milla, ¡Bravo a Maria Araujo, por su magisterio!
Desde ahí y con la presentación de un magnífico “Chorus Line”, 14 actrices/actores, la obra empieza a fluir y subir como un soufflé.
La presencia de una luminosa y risueña Silvia Marsó (su debut en el TNC ) como conductora Culpa/travestido Pedro, su dicción y verso limpios, clarísimos y una alegría de vivir (¡se agradece hoy día!) pura Commedia dell’arte. Todo funciona, palabra y verso cobran vida, el enredo y los personajes arquetipos son humanos. Qué maravilla al oído el castellano del barroco, en manos de una entregada compañía mixta, en edad y origen, coproducción del TNC y la CNTC.
El maestro Albertí mezcla con desparpajo y mesura, la fidelidad a la palabra en verso de Calderón, con mucha música de amplio espectro. Desde apuntes clásicos, estupendos tenor y contratenor Antoni Comas (nuestro Tarzán preferido) y Jordi Domenech en sus múltiples usos. A una amplia y experta utilización de números canallas del music hall, cabaret o revista autóctona.
El coro se transforma en fantásticas vedettes dignas del mejor Paral.lel (¡que bien esta Roberto G. Alonso¡, Lascivia “molinera”, ultrajante travestón, coreógrafo/asesor de movimiento). Nuestra veterana Mont Plans aprovecha al máximo su arrastrado tango de la cocaína y el estupendo Oriol Genís, mago de la vis cómica, delicioso… entre Luis Cuenca, la rumba de Peret y un gitanillo de bronce, que no podía faltar en las “revistas musicales”.
El montaje, arrebatador, sube y sube como una flecha, utilizando una escenografía, colorista y espectacular (perfecto Max Glaenzel, sabia iluminación de Ignasi Camprodon) básicamente una ruleta de Juego, rueda de la fortuna de feria o carrousel de la Ronda de ¡Max Ophuls!
Nos acercamos al final y el padre/Mundo nos obsequia con un inolvidable Régimen Severo, puro y grosero doble sentido del Burlesque, sorprendente número de Jorge Merino, cartas bien repartidas…
Apoteosis final, después del enfrentamiento/Duetto, entre los hermanos, tentados por el Dogma de Fe, en manos de un Cristo sangrante (macizo Rubén de Eguía) puro Caravaggio, y un vendedor de Reforma luterana o calvinista, enfrentamiento dogmático y a la vez musical, concepto y ejecución geniales.
Llegamos al gran final barroco: Ultima Cena eucarística, caníbal y cainista…
Estamos muy cerca de Buñuel y Viridiana, solo falta la gran y olvidada Lola Gaos, haciendo un retrato con su “máquina escondida”. El padre de triple corona (Papa, Rey y patrón del Rancho a lo Trump), corona con su sombrero tejano al Buen Hijo y expulsa a las tinieblas exteriores al Mal Hijo. Ahí cierra Calderón, pero… abre Albertí su mágico final, fabuloso y sentimental.
Antoni Comas, la Inocencia, inicia el canto de Il Mondo, la balada sentimental pop de Jimmy Fontana, como un himno generacional de los 60s, que seguirá toda la troupe. La ruleta carrusel es ahora el Mundo en un cielo iluminado y una nube de polvo de estrellas. Cristo sangrante se aleja para volver cargado con una cruz de neón y crear una pietà provocadora, puro Las Vegas.
“Gira il mondo, gira / nello spazio sensa fine (…) con la gioia e col dolore / della gente come me”…
¡Qué felicidad!, ¡Qué espectáculo!, no se lo pierdan. Aquí hasta finales de Junio, en Madrid la próxima temporada.
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