JÚSTICIA. D’un temps, d’un país… (Aut. Guillem Clua)

Texto: Francesc Mazón Camats
Fotografías: May Zircus para el TNC

Estamos frente a una obra compleja y ambiciosa, aunque no del todo ajustada.

Una crónica histórica e intimista a lo largo de unos 80 años de un país y una clase social concretas, no exenta de melodrama, crítica y también de momentos cómicos o ácidos. Puntuada por “hits” imprevisibles, el final de la guerra civil en Barcelona, los Beatles en la Monumental, la primera manifestación homosexual en la Rambla…

Narración con constantes saltos espacio/temporales y múltiples voces y personajes, quizás todo en la mente confusa y en declive de un juez y político, Salvador Gallart, ejemplo de hombre poderoso de la Catalunya pujolista.

Presencia escénica impactante de Josep Maria Pou, un gran personaje, temible y frágil a la vez (podría ser una variación, menos trascendente, del film “Providence” de Alain Resnais/John Gielgud ).

Empieza la obra con una misa, un reconocimiento público al juez y político en su jubilación “Gràcies per ser un bon jutge, gràcies per ser un bon home“ y acaba con un arrepentimiento, una expiación privada de todas sus traiciones, sus hipocresías y su autoengaño, el de un perdedor que enterró en su profundo interior sus deseos y su posible felicidad.

La primera parte la más equilibrada y brillante, pasa del ayer, la derrota y el rápido reciclaje de una burguesía catalana que se traicionó a sí misma para no perder sus privilegios, al presente de esa misma burguesía poderosa y arrogante, pero corroída moralmente, que se homenajea, ignorante de su previsible caída.

Memorables escenas en una cena familiar (¡un clásico! ) en las que destacan: Anna Sahun en su doble papel de hija borde, altanera, y madre humillada y maltratada del juez. Y la gran Vicky Peña que pasa de una matriarca enérgica y castradora, una “loba” capaz de todo por salvar «los muebles“ a una esposa aparentemente engañada y a la vez iluminada por la fe en los ovnis y las abducciones extraterrestres, que avistó en noches místicas en el monte sagrado de Montserrat. Y justifican, según ella, la desaparición total de su suegra.

Comprobamos el pulso firme de Josep Maria Mestres con un reparto inmejorable, el esfuerzo físico y emocional de un equipo cohesionado.

Estupendo Pere Ponce (su debut en la Sala Grande) que compone con rigor dos personajes muy complejos : El hombre hundido que deviene autista emocional y déspota maltratador y el anulado y pusilánime yerno actual en manos de una desatada Sahun. Que firmeza, que riqueza de matices…

Espectacular escenografía de Paco Azorín y magnífica iluminación de Ignasi Camprodon.

La obra se encalla por saturación en el segundo acto, aun con momentos ácidos, una “Baixant de la font del Gat“ en versión “cruising” gay vergonzante, o un impecable Manel Barceló/ Sr. Garcés, como un elegante y siniestro ejecutor de las cloacas del poder. Pero el autor decide introducir un “macGuffin” de thriller para llevarnos a una nueva subtrama que conduce a la quiebra moral del Sr. Juez. Un “whodunit“ falso final rompe el clímax, que con esfuerzo titánico restaura el gran Pou en un brillante y conmovedor monólogo final.

Una obra necesaria y por momentos brillante, que debemos dejar fluir. El inmenso trabajo de todos lo merece.

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