A HUNDRED FLOWERS (Dir. Genki Kawamura)

La mente de Yuriko comienza a deteriorarse rápidamente, ya que padece de demencia. Sin embargo, para su hijo Izumi, los recuerdos de su madre permanecen tan nítidos como cuando vivió la experiencia que los originó. El recuerdo de una vivencia lo persigue y atormenta especialmente: cuando pensó que ella había desaparecido.

Durante una Nochevieja Yuriko Kasai deambula sin rumbo por la noche glacial. Está desorientada y su mente empieza a fallar. Su hijo Izumi la encontrará y la llevará a casa, pero parece no sentirse feliz con ella. Tras algunas experiencias parecidas, los doctores confirman que la mujer tiene Alzheimer y que poco a poco irá perdiendo la conexión con el exterior. Izumi, que está a apunto de tener un hijo con su esposa, decide internar a su madre en una residencia, mientras los recuerdos compartidos por ambos pugnan por no desaparecer de sus vidas.

La narrativa de Kawamura es minimalista y exigente, deconstruida en ese vaivén de imagenes, donde pasado y presente se mezclan, con un exceso quizá reiterativo de ese recurso metafórico sobre los recuerdos, aunque a la postre ofrezca ideas preciosas como la que reflejan los planos finales. Visualmente destaca la escena inicial, clarificadora acerca del estado mental de la madre.

Sin embargo, la película de Kawamura, basada en su propia novela, nunca termina de despuntar del todo, quedándose a medias de la sensibilidad que pretende derrochar y con un personaje principal que no por comprensible es menos desagradable. ‘A hundred flowers’ aprovecha cada tópico del cine sobre enfermos de Alzheimer y es capaz de dar algún que otro giro esperanzador en su juego entre las diferentes líneas temporales, pero el devenir de los días no está tan inspirado como al director le gustaría.

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