DIVA (Aut. Albert Boadella)

Texto: Yolanda Aguas
Fotografías al término de la representación de DIVA: Yolanda Aguas

Sube el telón, en escena un chaise longue, un piano y un tocadiscos. Una mujer vestida de blanco acostada en el sofá y el sonido envolvente del aria «Casta Diva» de la ópera Norma de Bellini. Algo que nace de un modo tan hermoso no puede seguir ni terminar mal.
La dramaturgia escrita por Albert Boadella nos presenta a Maria Callas (sublime… MAGISTRAL la soprano y actriz María Rey-Joly) que se halla en el ocaso de su vida.

Reside en París alejada de todo, en su lujoso piso de la avenida Georges-Mandel número 36, con la única compañía de su fiel ama de llaves Bruna Lupoli (que no aparece en la obra).
Su voz ya no tiene nada que ver con lo que fue. La crítica se cebó con ella en sus últimas apariciones y no ha vuelto a cantar en público. Ha muerto Onassis. La realidad de su decadencia le hace vivir un mundo de recuerdos.
Desdeña el presente mientras fuerza a su repetidor, Ferrucio (inmenso el tenor y actor Antonio Comas), para que le acompañe en un imaginario repertorio que ya no podrá realizar. También lo utiliza para crear una situación sadomasoquista. Le obliga a interpretar a Onassis, su gran amor. Sus momentos más apasionados y estelares. En su delirio, se imagina al griego como pareja de los grandes dramas operísticos que ella protagonizó. Alguien que la mata o alguien con quien morir al final de la ópera. Es el inicio del camino hacia su propio y misterioso final, que muy pronto realizará a su voluntad.

Ha sido valiente Albert Boadella al rendir homenaje a María Callas, una de las grandes personalidades artísticas de la Historia del bel canto (para muchos de nosotros, la más importante), VOZ INMORTAL. No hace mucho tiempo, estuvo también en el Teatro Principal de Zaragoza otra de esas figuras incontestables de las Artes escénicas: Norma Aleandro. Vino para interpretar a la Callas en «Masterclass», obra que en España representó la gran Núria Espert. Todos los homenajes que se rinden a la Callas siempre serán pocos. Parece que su espíritu no pudiera, ni debiera, abandonarnos. Momentos antes del inicio de la representación, el pasado jueves 27 de mayo, en el Teatro Principal de Zaragoza se respiraba cierta «tensión emocional» ante lo que intuíamos iba a suceder en el escenario. Finalizada la representación no hubo decepción alguna, todo lo contrario, la emoción lo envolvía todo.

Mérito del dramaturgo y director de la obra, por supuesto, pero muy especialmente del trabajo extraordinario de los dos intérpretes protagonistas: María Rey-Joly y Antonio Comas. Es un lujo verles bailar el sirtaki griego…

Antonio Comas está impresionante en DIVA. Interpreta dos personajes: Aristóteles Onassis y Ferruccio Mezzadri. Le conocía principalmente por sus trabajos con el maestro Xavier Albertí («El gran mercado del mundo», «L’hort de les oliveres»…). Dirigido también por el álter ego de Albertí, Wanda Pitrowska («Per començar, sarsuela) y muchas veces vestido por la magia de nuestra añorada María Araujo

Comas, magnífico actor y voz poderosa es el contrapunto perfecto a su paternaire… lo demuestran también sus números musicales: Singin’ in the Rain (Arthur Freed), Stormy Weather (Harold Arlen / Ted Koehler), Il Mondo (letra de Gianni Boncompagni y música de Jimmy Fontana y Carlos Pes) que, casualmente, también interpretó en «El gran mercado del mundo» para el TNC (Teatre Nacional de Catalunya). Una delicia siempre verle actuar.

María Rey-Joly interpreta el rol de María Callas. No es una imitación, creo que es muy importante dejar esto claro desde el principio. Es una (GRAN) interpretación, con mayúsculas, de un personaje creado por Boadella. Con una presencia y voz prodigiosas, Rey-Joly conmueve de principio a fin. Seguramente no seré capaz de encontrar las palabras justas para expresarlo. Está dotada por el don que la vida le ha dado (y que ella ha formado exquisitamente): la belleza inmensa de su voz. Todavía en mi recuerdo el eco de su voz cantando: el “Ave María” del Otello de Verdi y con “Sola, perduta, abbandonata” de Manon Lescaut de Puccini.

Delicada y fuerte al mismo tiempo, se mueve por el escenario (¡Y de qué manera¡) durante toda la función dando vida a una mujer que sufre por el paso del tiempo y por su exilio interior… Le ayuda la gran iluminación de Bernat Jansà que es más una caricia que un trabajo técnico-artístico.

Mientras la observaba desde el patio de butacas, vinieron a mi recuerdo grandes veladas teatrales. He tenido la dicha de ver trabajar a artistas extraordinarios: Vanessa Redgrave, Hanna Schygulla, Isabelle Huppert, Fiona Shaw, Norma Aleandro, Carme Elías, Núria Espert, José María Rodero, José Bódalo, Josep María Pou, Rudolf Nureyev, Pina Bausch, Julio Bocca, Ute Lemper… la lista es interminable. Y el pasado jueves, mientras contemplaba a María Rey-Joly supe con certeza que ésa era ya una de las veladas más importantes y emocionantes de mi vida.

Al término de la representación me sucedió lo que en muy pocas ocasiones: no quería abandonar el teatro. Era algo así como el deseo de que la función volviera a comenzar… Estoy segura que me comprenden.
Tienen la oportunidad de ver la obra hoy, sábado 29 y mañana, domingo 30.

Si van, por allí nos encontraremos… ¡DISFRÚTENLA¡

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RdP ALBERT BOADELLA en el Teatro Principal de Zaragoza

Texto y Fotografía de Albert Boadella: Yolanda Aguas

Fotografía de María Rey-Joly, propiedad de Clece Producciones.

Albert Boadella presentó hoy su creación «DIVA» en el Teatro Principal de Zaragoza, acompañado por José María Turmo (Gerente del Patronato de Artes Escénicas y de la Imagen de Zaragoza). Es un musical que rememora los últimos años de María Callas, una mujer fascinante en un momento de decadencia, una tragedia donde el reto, según el director y dramaturgo, ha sido armonizar la transición entre el canto y la prosa.

Este espectáculo estrenado el 9 de enero en el Teatro Palacio Valdés de Avilés y que estuvo del 15 al 24 de enero en los Teatros del Canal de Madrid, está protagonizado por la soprano María Rey-Joly (como María Callas) y el tenor Antonio Comas (como Aristóteles Onassis y Ferruccio).

Ha explicado Boadella que: «María Callas es una mujer fascinante, no solo musicalmente. Los últimos años de su vida me parecen una auténtica tragedia, en esos momentos no puede ejercer su arte, su voz no es ya la misma tras años sin cantar al dejarlo todo por Aristóteles Onassis, un hombre que la traiciona para casarse con Jackie Kennedy».
A partir de ese momento ella se recluye en su apartamento de París y esa es la etapa que rescata Boadella porque se organiza una auténtica tragedia, la que descubre a una persona que lo ha tenido todo y que lo ha perdido todo, refugiada en sus recuerdos. El director construye un drama musical: «Una historia de amor, algo que no había hecho a lo largo de mi carrera, en la que Onassis aparece en sus delirios, que ella resuelve a través de las arias que interpretó en «Tosca», «Norma», «Madama Butterfly», «Otello» o «La Traviata» hasta llegar a su muerte. La falta de autopsia, su rápida incineración hacen pensar en un suicidio, teniendo en cuenta la cantidad de tranquilizantes que tomaba».

Albert Boadella describe a María Callas como «una mujer apasionada, seducida por el lado más sexual del armador griego, con un físico aparentemente feo, pero con una potencia de toro bravo. Callas es una mujer llena de humanidad que confía en un hombre que se mueve por otros intereses, a pesar de que creo que fue a la mujer que más amó».
Sin embargo, una vez conquistada la Callas, pese a su fama y glamur, Onassis fue a buscar, «como un cazador una pieza de un escalafón superior, a la viuda del hombre más poderoso de la tierra, el presidente de Estados Unidos». Una mujer que Boadella considera que no se casa con él por amor: «el dinero representa para ella una de las cosas más importantes de la vida en aquel momento»
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El reto de este montaje, según desvela Boadella, «ha sido armonizar bien el canto y la prosa recitada, algo que siempre es muy complicado, un ejercicio que requiere una buena interpretación».

El director no escatima halagos hacia la soprano madrileña María Rey-Joly, quien le propuso hace unos años crear esta obra. «En ella se puede ver a la Callas. Es buena actriz, muy buena cantante y tienen un cierto parecido».
Asegura que quien vaya a ver la obra disfrutará con un homenaje con las arias más conocidas de la soprano de origen italiano, cantadas en directo y de la esencia de un drama, con interpretaciones muy cuidadas, tras dos meses de ensayo continuo con los dos protagonistas en su casa del Ampurdán. Esta no es la primera vez que Boadella se adentra en el mundo de la lírica: «Don Carlo» o «El pimiento Verdi» la preceden.

«DIVA» se representará del 27 al 30 de mayo, a las 19 h, en el Teatro Prinicpal de Zaragoza.

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RdP LA CASA DE BERNARDA ALBA (Teatro Principal)

Texto y fotografías: Yolanda Aguas


El Teatro Principal de Zaragoza ha acogido este miércoles una rueda de prensa para presentar la obra La casa de Bernarda Alba, de Producciones Faraute. Han intervenido, el productor Celestino Aranda, el elenco formado por Consuelo Trujillo, Rosario Pardo, Luisa Gavasa y Ana Fernández, así como el Gerente del Patronato de Artes Escénicas de Zaragoza, José María Turmo.


Considerada como la obra dramática más madura de Lorca, «La casa de Bernarda Alba» data de 1936, año clave tanto para el autor granadino como para la historia de nuestro país, tuvo que esperar varias décadas antes de poder representarse en los escenarios españoles.


Visiblemente emocionada, la actriz zaragozana Luisa Gavasa hizo hincapié en lo significativo que era este regreso a los escenarios tras diecinueve años de ausencia: «María Josefa es la luz –señalaba la actriz–. No creo que en realidad esté loca, sino que es una mujer que ha decidido ‘ser’ loca para salir de la prisión que ha configurado su hija. Es un papel que, como decimos los actores y actrices, es un ‘bombón’, y lo he podido sacar adelante gracias a mis compañeras, porque estar 19 años fuera del teatro se dice pronto, pero luego hay que subirse al escenario y actuar. A mí, para bien y para mal, casi se me había olvidado, y gracias a mis compañeras lo he conseguido. Todas nos dejamos la piel en la obra, yo solo un rato. En lo personal, estar con esta obra en Zaragoza, en mi ciudad, es un reencuentro de ausencia y presencias. La ausencia de mis padres y abuelos y la presencia, porque es el presente, de mi hijo que asistirá mañana jueves a la representación. No puedo estar más emocionada».

Ana Fernández, afirmó que «la obra se desarrolla en un patio con varias salidas que dan al interior de la casa y una que da al exterior. Es un montaje áspero, clásico, que en todo momento busca dejar claro lo que nos quiere decir Lorca sobre las consecuencias de no tener futuro pero, también, nos muestra el lado más oscuro de lo que somos».

Rosario Pardo, defendió la vigencia del texto de Lorca en los tiempos actuales donde impera todavía el machismo y la falta de consideración hacia la mujer. De ahí que considere que es muy necesaria la representación de esta obra para que las nuevas generaciones puedan formarse y vivir en un mundo más igualitario.

Consuelo Trujillo, que interpreta a Bernarda Alba en este montaje, inició su intervención con una de las grandes frases de la obra: “En ocho años que dure el luto, no ha de entrar en esta casa el viento de la calle”. Esta inmensa actriz, una de las más grandes maestras de nuestras Artes Escénicas nació para interpretar a Lorca. El autor granadino es, junto a Alberto Conejero, su autor de cabecera y su inspiración. Antes que ella, grandes actrices españolas interpretaron a Bernarda Alba: Berta Riaza, Núria Espert, Irene Gutiérrez Caba…

La Casa de Bernarda Alba es la última de las tragedias rurales de Federico García Lorca. Escrita en la primavera y concluída, precisamente el 19 de julio de 1936, poco antes de su muerte. Fue estrenada el 8 de marzo de 1945 en el Teatro Avenida de Buenos Aires a cargo de la Compañía de Margarita Xirgu. Como en Bodas de Sangre, esta pieza teatral tiene su origen en una historia real. Cerca de Granada, hay una población, Valderrubio en la que vivía Doña Bernarda, una viuda de muchos años que ejercía una inexorable y tiránica vigilancia sobre sus hijas solteras. Lorca las veía pasar como sombras, siempre silenciosas y siempre vestidas de negro cuando caminaban hacia la fuente cercana para llenar los cántaros de agua. Era como un infierno mudo y frío en el sol africano granadino el que soportaban esas cinco hermanas, que proyectaban una imagen sórdida y fuertes emociones sobre las inmaculadas paredes blancas de las fachadas.

Confiamos que hayan comprado su entrada porque ya están agotadas.

Teatro Principal de Zaragoza, del 13 al 16 de mayo, a las 19 h.

LOS TRADUCTORES (Dir. Régis Roinsard)

Texto: Yolanda Aguas


Nueve traductores, de nueve nacionalidades diferentes, son contratados para traducir el último libro de una trilogía, para lo que deberán permanecer en un búnker de lujo sin contacto con el mundo exterior. Entonces, las primeras diez páginas del manuscrito aparecen publicadas online, y el trabajo soñado se convierte en una pesadilla, pues el ladrón debe ser uno de ellos y el editor hará lo que sea necesario para desenmascararle.

‘Los traductores’, dirigida por Régis Roinsard es una historia que sin duda está inspirada en las novelas de Agatha Christie y que nos adentra en una investigación dentro de un búnker. Pero a diferencia de estas novelas, no vamos a intentar averiguar quién ha asesinado a alguien sino quien ha filtrado una novela.


Estamos ante una película de las llamadas «entretenidas», protagonizada por algunos excelentes actores y actrices europeos.


Simplemente para pasar el rato…

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NOTA: Las fotografías insertadas en este artículo son propiedad de sus autores.

MAMÁ MARÍA (Dir. Jean-Paul Salomé)

Texto: Yolanda Aguas

El pasado día 21 de abril tuve la oportunidad de ver «Mamá María» en el marco de la 5a edición del BCN FILM FEST-S. Jordi.

La película está protagonizada por la inmensa actriz Isabelle Huppert. Su nombre va asociado a los más importantes nombres del cine de autor: Claude Chabrol, Michael Haneke, Claire Denis, Michael Cimino, Hal Hartley o Hong Sang-soo.

Su filmografía abarca una innumerable capacidad de registros que sin embargo no incluye demasiadas interpretaciones en el humor. Una ausencia que cubre en parte con su personaje protagonista en ‘Mamá María’, una comedia dramática con toques de ‘thriller’ y vocación de llegar a un gran público del francés Jean-Paul Salomé.
La película es intrascendente, pero la presencia en ella de Huppert hace que valga la pena verla al menos una vez. Ella es la película y con esto creo que lo digo todo.

Isabelle Huppert es Patience Portefeux, una traductora del árabe al francés que, a sus cincuenta y pico años, empieza a inquietarse por el futuro próximo. En la brigada antinarcóticos donde trabaja, esquiva con dignidad las explosiones fugaces de violencia de detenidos y policías. Y apenas ha acabado de pagar las deudas que le dejó su marido ya muerto cuando la residencia donde ha tenido que ingresar a su madre (Liliane Rovère) la amenaza con echar a la anciana por impago de las últimas y muy desorbitadas mensualidades. En el tramo inicial del filme, Patience hace honor a su nombre y asume con estoicismo y los ojos un tanto vidriosos sus circunstancias. Pero, aunque no lo verbalice, en su cabeza empieza a fraguarse la posibilidad de una vida más llevadera. Y llega la oportunidad cuando menos lo esperaba.

Cuando descubre que el hijo de Khadidja (Farida Ouchani), la cuidadora de su madre en la residencia, está metido en uno de los chanchullos de drogas a los que su unidad hace seguimiento, decide echarles una mano. Su cambio no es repentino. A través de las conversaciones que ha mantenido con otros personajes, deducimos que Patience defiende a personas que, como le sucedió a su padre, inmigrante argelino, no lo han tenido fácil para conseguir un buen trabajo y se han buscado alternativas. Como le comenta ella misma a su jefe y amante, Philippe (Hippolyte Girardot), su progenitor decidió ganarse el sustento “con un tipo de negocios que no aprobarías”. Ella parece decidida ahora a seguir sus pasos.
La película apenas exprime el potencial de contar con una Isabelle Huppert que ejerce de reina del disfraz en un entorno criminal y multicultural. La intención del guión se limita a esperar que el simple hecho de ver a la Huppert de gran señora árabe negociando con pequeños traficantes resulte de por sí gracioso. Más interés (y diversión) tiene la relación que Huppert desarrolla con su vecina de origen chino, con la que acaba estableciendo una inesperada complicidad.
Isabelle Huppert lo llena todo y la película nos deja con el buen sabor de boca de que para una mujer, pasada la cincuentena, también tiene una segunda oportunidad.