
Ansa es soltera y vive en Helsinki. Trabaja con un contrato de cero horas en un supermercado, abasteciendo los estantes; luego clasifica el plástico reciclable. Una noche se encuentra accidentalmente con el igualmente solitario trabajador Holappa, un alcohólico. Contra todo pronóstico y malentendidos, intentan construir una relación. Como resultado, Holappa logra controlar su adicción al alcohol.
Pasan los años y sus películas, pero lo que vemos en pantalla vuelve a ser lo de siempre, porque el cine de Kaurismäki sigue emocionando película a película, gracias a su fe en el poder sanador y en la magia de la gran pantalla.
Aunque la pareja protagonista de ‘Fallen Leaves’ se conoce en un karaoke, es justamente en una sala de cine donde se fragua el enamoramiento. Ella encadena trabajos precarios y poco cualificados; él ha sido despedido por su adicción a la bebida. Son dos espíritus errantes y desclasados cuyo horizonte estaría marcado para siempre por la desgracia si no fuera porque viven en una película de Kaurismäki.
En ‘Fallen Leaves’ se recupera esa soledad urbana retratada por Edward Hopper, una de las influencias pictóricas más claras del finlandés, capaz de traducir la melancolía de la protagonista en estampas verdaderamente hermosas.
En paralelo, la película invoca asimismo pasajes de la propia filmografía del finlandés, de ‘Nubes pasajeras’ (1996) a ‘Un hombre sin pasado’ (2002).
Una película maravillosa. Tienen que verla; serán felices.
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