

Hanna y Liv son dos amigas estadounidenses que viajan como mochileras por Australia. Tras quedarse sin dinero, Liv, buscando vivir una aventura, convence a Hanna de aceptar un trabajo temporal tras la barra de un pub llamado The Royal Hotel, en una remota localidad minera del Outback. El dueño del bar, Billy, y un grupo de lugareños les ofrecen una desenfrenada introducción a la cultura del alcohol en Australia, pero pronto Hanna y Liv se ven atrapadas en una inquietante situación que rápidamente escapa a su control.
Hotel Royal, que tuvo su première en el Festival de Telluride, en el que recibió excelentes críticas (actualmente cuenta con un puntuaje de 80 en Metacritic), es la segunda película de Green, quien ya destacará con su cinta debut, The Assistant (2019), presentada en Sundace. Su nuevo trabajo significa la confirmación de una de las grandes nuevas voces del cine independiente anglosajón.
Hotel Royal, una de las películas más destacadas tanto de la 71ª edición del Festival de San Sebastián (obtuvo el prestigio Premio RTVE-Otra Mirada, que concede la Corporación de Radio y Televisión Española) como del último Festival de Toronto.
Hotel Royal está protagonizada por Julie Garner, que repite con Green tras The Assistant-, Jessica Henwick (Puñales por la espalda: El imsterio de Glass Onion), Hugo Weaving (V de Vendetta) y Toby Wallace (Babyteeth).
Su principal virtud radica en el manejo de la tensión narrativa: nunca sabes lo que va a pasar a continuación, obligándote a estar alerta y con los nervios de punta. Lo que comienza siendo una desconcertante hostilidad soterrada, bromas en apariencia inofensivas, insinuaciones y cortejos torpes termina siendo un campo de batalla por mantener la integridad física y la cordura.
Masculinidad tóxica, acoso sexual, intimidación… los 91 minutos de metraje de Hotel Royal son una colección de conductas machistas de primera categoría: es un bárbaro retrato de violencias que no son siempre físicas y que pueden desembocar en tragedia. De ahí que me resulta muy difícil creer en el happy end.
La película está asentada en buenas interpretaciones, especialmente las de las dos protagonistas, encarnadas por Julia Garner y Jessica Henwick.
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