SANGRE EN LOS LABIOS (Dir. Rose Glass)

Sangre en los labios, ha perdido el romanticismo y el simbolismo de su nombre original Love Lies Bleeding. El bautismo acientífico del Amaranthus caudatus, Love Lies Bleeding -que se puede interpretar como que «el amor yace ensangrentado» o como «amor mentiras desangramiento»-, lo impusieron los británicos victorianos en otra muestra de la teatralidad propia de la época y evoca el amor desesperado y abocado a la fatalidad, el amor fou de los franceses, el estereotipo de pasión trágica mediterránea y olé.
La planta en sí posee unos pétalos pequeños y rojizos que caen como borbotones de sangre producto de un disparo en el corazón, un apuñalamiento o un desengaño amoroso.

La directora hace equilibrios sobre el ridículo, pero de nuevo sale airosa con una película sugerente, con unas protagonistas (Katy O’Brian y Kristen Stewart) salvajes y con una propuesta estética barroca y abigarrada que demanda a gritos nuestra atención.
Sangre en los labios es como una feria de pueblo en la que se juega con escopetas, se bebe mucho, se folla otro tanto y caben muchas posibilidades de acabar con un ojo morado.

La fotografía de Ben Fordesman -con quien repite la directora- ayuda a construir un universo entre la realidad y la fantasía, casi de cómic. Los cielos de la película, a veces irreales, ayudan a despegar las localizaciones naturales del realismo.
Dos mujeres contra el mundo, un mundo lleno de monstruos que las obliga a convertirse en unos monstruos peores para sobrevivir.

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NOTA: Las fotografías publicadas en este artículo son propiedad de sus autores.

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