

La historia transcurre en Estados Unidos, en 1860. Los protagonistas son Holger Olsen, taciturno carpintero danés que emigró a América al finalizar la guerra con Prusia, y Vivienne Le Coudy, florista franco-canadiense de fuerte personalidad. La pareja se instala en Elk Flats (Nevada), poco antes de comenzar la Guerra de Secesión. Meses después Olsen decide que debe participar en la lucha, se alista en el ejército de la Unión y deja sola a Vivienne. La ausencia no debía pasar de unos meses, pero resultó durar años. Además ella, para su desgracia, llamó la atención del joven Weston, hombre caprichoso y violento, hijo del corrupto cacique local.
La realización es sencilla, hecha de detalles pequeños que permiten el lucimiento de los actores. La narración abunda en flashbacks. Mortensen parece abusar de estos, al punto de que, al inicio, cuesta encontrar la línea temporal maestra. Una vez que el espectador la localiza, cada pieza cae en su sitio y se descubre que toda la película es una oda dedicada a la mujer.
Conviene decir que si Mortensen es un soberbio vaquero lacónico, Vicky Krieps sobresale interpretando a Vivienne, un papel que es un regalo para una actriz. Fuerte y delicada, realista e imbuida de romanticismo, americana con fuertes raíces europeas, y con una vena fantasiosa que viene de Juana de Arco.
Viggo Mortensen ya no nos sorprende con un notable western que demuestra un gran conocimiento de los clásicos. Se puede apreciar en la importancia que da a los paisajes, en la utilización de claves tradicionales, fáciles de entender por todas las audiencias en el modo de mostrar el paso del tiempo; en la atención que presta a los detalles en torno a una trama sencilla, en cómo deja quieta la cámara.
Una gran película con dos magníficos intérpretes al frente de ella.
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NOTA: Las fotografias publicadas en este artículo son propiedad de la productora de la película.