GREEN BORDER (Dir. Agnieszka Holland)

La «frontera verde» es el territorio que separa Bielorrusia de Polonia, una zona de bosques y pantanos en las que desde 2021 se libra una particular confrontación entre la UE y el dictador Lukashenko, que tiene como protagonistas a miles de inmigrantes procedentes de zonas en conflicto en Oriente Medio. Green Border pone imágenes a esta crisis a través de una historia coral en la que conocemos la mirada de distintos protagonistas envueltos en el conflicto, en especial a través de una familia siria, un soldado polaco destinado a la frontera, y una activista que trata de velar por los derechos humanos en medio de la crisis.

Esto es precisamente lo que deja ver también en Green Border, una película que supone una toma de conciencia ante la complejidad de un conflicto en el que, como casi siempre, los más vulnerables se llevan la peor parte.

La decisión estilística de rodar en blanco y negro hace aún más opresiva la situación de los inmigrantes que son arrojados, literalmente, como pelotas de tenis a través de la alambrada que separa Polonia de Bielorrusia, así como su supervivencia en los bosques.

Contar la historia desde tres puntos de vista y con múltiples personajes es también una decisión arriesgada, que en este caso funciona y ayuda a comprender de una manera más humana el conflicto.
Su posicionamiento humanitario es claro, y se agradece, ante la dureza de una historia que se agrava al saber que aún persiste. Son menos explícitas las razones que llevan a los gobiernos de la UE a tratar de frenar la ola migratoria con la que se trató de desestabilizar a Europa por parte de Bielorrusia y Rusia, así como la mirada global al conflicto.

Nueva gran película de una directora de cine con una extraordinaria trayectoria.

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