Matthieu y Alice se reencuentran quince años después de que él la abandonara sin explicaciones. Actor de éxito en crisis con los cincuenta cumplidos, se va a descansar a un balneario al oeste francés, donde vive Alice, que ahora es profesora de piano. Es una segunda oportunidad para decirse adiós de una manera diferente.


La pareja protagonista, interpretada por Guillaume Canet y Alba Rohrwacher, concede una luz especial a una historia convencional que, sin embargo, Stéphane Brizé sabe conducir por territorios inesperados, con un humor que por momentos recuerda a Jacques Tati, y que es también reacción a sus trabajos anteriores.
Matthieu, que ha abandonado días antes del estreno una obra de teatro con la que iba a debutar en un escenario, está bloqueado por el miedo y por miles de dudas. Su mujer, una conocida presentadora de televisión, le anima desde París a que lea los guiones para cine que le han enviado y deje a un lado su incertidumbre. Alice vivió ese miedo hace quince años cuando Matthieu la abandonó. Pianista con ambiciones, sintió que no estaba a la altura del talento de él. Buscó refugio en ese pequeño pueblo, se casó, tuvo una hija y se dedicó a dar clases de piano. Ahora, por fin, se atreverá a decir todo lo que no dijo entonces.
Alice es una mujer que no creía en ella misma, pero que va encontrando el camino de la recuperación en otras mujeres, referentes que viven en su entorno. Una de ellas, Lucette, una anciana de la residencia del pueblo, es el espejo en el que Alice quiere ahora mirarse. Viuda y madre, ha decidido vivir libremente su sexualidad y se ha casado con su compañera. Lucette no solo contagia decisión y coraje, es también el centro de una celebración en la que Stéphane Brizé sorprende con una memorable escena, en la que el humor aplasta al drama en esta tragicomedia romántica.
Una gran película.
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