
La novela negra se preocupa por la realidad social y sirve en ocasiones para denunciar los abusos cometidos por las clases dominantes. Secretos de un crimen, de Sandhya Suri, es un ejemplo perfecto de esto último. Es una película más negra que policiaca, aunque la protagonice una policía.
Cuenta la historia de Santosh (interpretada por Shahana Goswami), una mujer india que se queda viuda y acaba heredando el puesto de su marido… policía. Se trata de un programa gubernamental (que puede parecer descabellado pero que es real) llamado «nombramiento por compasión» con el que tratan de ayudar a esposas de policías que no podrían sobrevivir con la exigua pensión de viudedad.
Nada más recalar en el cuerpo, Santosh se verá empujada a investigar el feminicidio de una chica de 14 años. Nadie quiere hacerlo porque pertenece a una casta inferior. Ni siquiera quieren tocar el cadáver. Sus jefes incluso queman incienso y hacen rituales de purificación en la comisaría después de que el cuerpo haya pasado brevemente por allí.
La directora elige la fórmula realista para exhibir paso a paso el procedimiento policial. Va levantando los velos uno a uno con una cadencia admirable, transformando a esta policía novata, por la inercia de la emulación, en algo que ella misma aborrece. Somete a su protagonista, en definitiva, a un juicio ético implacable. Y con ella al público de cualquier latitud. Porque, evidentemente, la desigualdad, los abusos, la crueldad con los menos favorecidos no son algo que afecte sólo a la India.
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