

Emmanuèle, una novelista con una vida privada y profesional plena, se precipita al hospital al enterarse de que su padre, André, acaba de tener un accidente cerebrovascular. Cuando se despierta, debilitado y dependiente, este hombre, curioso por naturaleza y amante apasionado de la vida, le pide a su hija que le ayude.
Con ‘Todo ha ido bien’ François Ozon se une a otros cineastas que últimamente han tratado magistralmente el tema de las enfermedades neurológicas que destruyen al enfermo y a sus familias y cuidadores. Natalie Erika James, Florian Zeller o Viggo Mortensen con ‘Relic’, ‘El padre’ o ‘Falling’. Ellos han tratado con empatía la vida que espera a nuestros mayores.
Es difícil ponerse en el lugar de alguien que ve que sus días se acaban o que es consciente de que está olvidando decenas de años llenos de vivencias. De ahí que esta película nos venga a decir que a modo de cuidado paliativo a nuestro mayores les podamos edulcorar la existencia con un “todo ha ido bien”, un día más disfrutando del momento.
Como base para ‘Todo ha ido bien’ Ozon se ha inspirado en la novela de Emmanuèle Berheim. Con ella ha desarrollado un drama bastante moderado que logrará sacar alguna lágrima con su emotivo final pero que no está concebido con ese único objetivo. Es una película que aborda mucho los deseos, entendiendo estos como últimas voluntades o como aquello que se ha añorado toda la vida. El reconocimiento de un padre es uno de estos anhelos. La película es un continuo pulso entre la responsabilidad o respeto hacia los que nos han traído al mundo y los rencores acumulados durante años.
En medio de ese pulso se encuentra Sophie Marceau. Su personaje está entre dos tierras pues profesa amor a su padre, que la ha considerado siempre su ojito derecho y los desprecios que le hace este a su hermana. La actriz está desgarradoramente natural y vemos en su interpretación cómo está entre la espada y la pared. Y es que la temática de la película es compleja pero Ozon, sin entrar mucho al debate, la lleva a través del camino de una lógica que responde al uso de la razón y la calidad de vida.
MUY ATENTOS a la participación de dos actrices sublimes: Hanna Schygulla y Charlotte Rampling. Ellas, en breves apariciones, nos recuerdan lo que es y significa ser magistral e irrepetible. Están maravillosas en sus respectivas interpretaciones. Disfrútenlas…


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