

Una madre soltera y un hombre casado se hacen amantes. Están comprometidos a verse solo por una aventura y no a encontrar ninguna esperanza de amor, sabiendo muy bien que la relación no tiene futuro. Sin embargo, cada vez se sorprenden más por su comprensión, su complicidad y el bienestar que experimentan juntos.
Charlotte y Simon charlan en un bar. Son dos personas maduras, casadas o separadas, con hijos. Pero al parecer se han conocido días atrás y ha surgido una atracción. Acabarán acostándose en casa de Charlotte y dará comienzo una relación entre ellos, en la cual coincidirán cada dos semanas, tres semanas, un mes, etc. Ambos sostienen –sobre todo ella– que se ven porque lo pasan bien, porque se ríen. Hasta ahí llega su compromiso.
Emmanuel Mouret demuestra que la frescura es una de las característica de sus películas, pero tras sus últimos dos films, nos presenta una película con menor dimensión, cuya historia parte de una mínima premisa que se va desarrollando monótonamente con escasos alicientes.
Porque en Crónica de un amor efímero Mouret plantea un desarrollo basado únicamente en los diálogos entre los protagonistas. Se compr4ende que tal y como surgen las relaciones igualmente se truncan o surgen otras.
Lo más destacable de esta película es su reparto:
Sandrine Kiberlain, Vincent Macaigne y Georgia Scalliet, hacen un trabajo correcto.
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