
La vida de María (Karin Viard) de un vuelco cuando la llaman para trabajar en la famosa Academia de Bellas Artes de París. En este prestigioso sitio formará parte del equipo de limpieza, una pieza fundamental para el funcionamiento del lugar. Allí, conoce a Hubert (Grégory Gadebois), el conserje del centro que pasa las horas intentando moverse como Elvis Presley. Entre ambos surge una preciosa amistad que cambiará la existencia de María. Gracias a las atenciones de Hubert, ella será capaz de volver a conocerse a sí misma y conectar con sus emociones de nuevo. Pero una pregunta acude a su mente, ¿lo dejará todo por este nuevo amor?
El despertar de María está escrita y dirigida por Lauriane Escaffre e Yvonnick Muller e interpretada por Karin Viard, Grégory Gadebois y Noée Abita. El gran éxito de este filme es su buen guion. Los personajes se expresan de manera natural, como lo haría cualquiera en el día a día. Cada personaje tiene un lenguaje y una forma de expresión propias, desde la concisión bonachona del señor Rodrigues hasta la verbosidad irrefrenable de la directora de la academia de Bellas Artes, la confusión personificada por dentro y por fuera. Una de las escenas, donde María hace una parodia involuntaria de la descripción de una obra de arte que acaba de oír de un estudiante, con solo cambiarla ligeramente y sin mala intención, es un ejemplo de humor lúcido con elegancia y donaire.

Los actores están a la altura de guion, entregando sus líneas con buen hacer. Los actores franceses dominan ese arte de hablar de manera aparentemente natural, pero con una dicción clara, tanto en los momentos tranquilos como en los emocionales, por lo que se les entiende sin dificultad, arte difícil y que el espectador agradece mucho.
El despertar de María es una historia de crecimiento y superación, porque el aprendizaje, la aventura y la renovación pueden llegar a cualquier edad y en cualquier momento.
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