
Eve (Catherine Frot) creaba las rosas más famosas del mundo, pero ahora está pasada de moda, un poco amargada y con una empresa al borde de la bancarrota. Vera, su fiel asistente, no puede dejar que lo que lleva defendiendo toda la vida desaparezca sin más y “contrata” a tres personas que provienen de un programa de inserción social para evitar caer en las garras de un codicioso empresario del sector. Con todas las ganas del mundo y muy pocas habilidades en jardinería, ponen en marcha un plan loco, pero brillante, para cambiar el destino del negocio familiar.
Esta amable pelícujla cuenta la historia de la señora Vernet, marcada por el legado de su padre en el negocio, pasa dificultades económicas mientras un poderoso empresario la presiona. No esperen un retrato agresivo y tirano del empresario. Es un hombre que quiere seguir contando con el talento de la señora Vernet y que ella lidere la parte creativa del negocio. Esta historia con un guion coherente podría haber sido una buena película, pero el guion no acompaña. El empeño del director por incluir tantas buenas obras lastran la historia. Entre rosas aglutina una cantidad de clichés y lugares comunes que es difícil creértela en algún momento. Abre tantas líneas argumentales que cuando las cierra quedan sin peso y con un recorrido escaso.
Un desarrollo más sencillo con menos frentes abiertos y un desarrollo más profundo y creíble hubiesen beneficiado a la película. Podría haber optado por realizarla como película de encargo, sin estridencias y sin arriesgar o bien llevarla a un punto mas intimista y personal arriesgando algo más y que ese riesgo lo amortigüe la parte más personal del director.
Hacer una película sencilla no es nada fácil, hacer que lo complejo no tenga esfuerzo a ojos del espectador tiene un grandísimo mérito.
NOTA: Las fotografías insertadas en este artículo son propiedad de sus autores.