EL SUSTITUTO (Dir. Óscar Albar)

Año 1982. Un joven policía curtido en los barrios más duros de Madrid acepta un destino en un pueblo de mar con la esperanza de curar a su hija y, de paso, ganar algo de tranquilidad. Una vez allí, se ve envuelto en la investigación del extraño asesinato del inspector al que ha de sustituir. Las pesquisas le llevarán hasta un hotel playero donde una comunidad de ancianos nazis, reclamados por muchos países por crímenes contra la humanidad, vive un retiro paradisiaco y feliz.

Mientras se mueve por el terreno policial, ‘El sustituto’ se luce gracias a una narración ágil y a la buena recreación de la época, acotada sobre todo entre el Mundial de Fútbol y el ‘cambio’ que llegó con la victoria del PSOE en las elecciones. Menos redondo es el guion que firman Óscar Aibar y María Luisa Calderón. A medida que se internacionaliza y se adentra en las oscuridades del pasado, la narración se desorienta un poco, el ritmo se trastabilla y las grandes revelaciones se vuelven más ambiciosas que eficaces. Por suerte, no hay demasiadas escenas de acción, al menos las del cuerpo a cuerpo. Chirrían menos las carreras sobre ruedas.

Lo ideal sería no saber nada de la parte nazi de la historia, que también pillara por sorpresa al espectador, pero el cartel y el tráiler son los primeros en descubrir el pastel. Los actores alemanes, falsos o verdaderos, dan el pego, pero los villanos españoles de ‘El sustituto’ son grotescos y esquemáticos. Si hay alguno más interesante, tiene escaso recorrido. Todo ello hace que a medida que nos acercamos a la resolución de la historia, empiece a importar menos el lugar exacto de aterrizaje.

Lo mejor de la película radica en las interpretaciones de Vicky Luengo y Susi Sánchez , no necesitan más que su talento para ser la misma persona, nada menos que los ojos de la historia.

Ellas son lo mejor de la película.

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NOTA: Las fotografías insertadas en este artículo son propiedad de sus autores.

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