
Empieza con un clásico paneo de fotografías enmarcadas de dos novios enamorados, un orgulloso padre primerizo con su hija, una familia feliz de cuatro miembros, y una familia ligeramente envejecida en la graduación de la hermana mayor… Luego, Un nuevo mundo, rápidamente y sin compasión hace honor a su título, ya que vemos a Philippe (Vincent Lindon) y a Anne Lemesle (Sandrine Kiberlain, su exesposa en la vida real), los novios de la foto, en el despacho de un abogado durante las intensas negociaciones de un acuerdo de divorcio. La causa es el trabajo de Philippe (en los últimos años, han pasado seis fines de semana juntos, calcula Anne con frialdad). En una escena realista donde la tensión va en aumento, vemos rabia, acusaciones, resentimiento, lágrimas y, por último, una profunda tristeza.
Corte abrupto hacia un montaje de la vida cotidiana de Philippe: traje y corbata, pastilla, probablemente para el corazón o la presión arterial, cinta de correr en el gimnasio; una metáfora apropiada de la carrera de ratas. Otro corte para ver la realidad laboral de Philippe, comiéndose esos fines de semana que debería pasar en casa. La gestión eficiente, captada mediante una serie de enérgicas escenas de reuniones de la junta directiva, siempre se puede mejorar. La oficina central, con sede en Estados Unidos, acaba de exigir una reducción de gastos en las operaciones europeas, y los jefazos franceses anuncian el plan de despido a los respectivos directores. Hay juego sucio (“Alemania ya lo ha conseguido”) y los directores recurren a su farol (“Ayer hablamos con Alemania, están en el mismo atasco”). Sea como fuere, las dos realidades de Philippe esperan con expectación los resultados, impulsándolo hacia un posible colapso.
El director y el guionista del filme ofrecen una posibilidad de redención cuando un problema familiar urgente, que involucra a su hijo Lucas, diagnosticado de TEA, obliga a dejar a un lado las crisis corporativa y familiar. En este paréntesis para respirar, Philippe diseña un plan para encontrar una solución beneficiosa para todos los implicados. El resultado, plausiblemente abierto, requiere reevaluación, indicios de reconciliación y un poco de juego sucio.

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