LAS COSAS SENCILLAS (Dir. Eric Besnard)

Cuando Vincent, un hombre de negocios siempre estresado y atareado, sufre una avería en medio de una carretera de montaña, Pierre, un solitario hombre de campo, se detiene y le ofrece su ayuda. Este encuentro aparentemente insignificante supondrá un punto de inflexión en sus vidas.

En esta comedia cuyo título y arranque permite presagiar que va a transcurrir por senderos previsibles, y que versará sobre el típico ejecutivo tan urbanita como estresado que tras un encuentro con su polo apuesto descubrirá las ventajas de la vida rural, presentando una visión idealizada del campo.

Este tema aparece en la película, pero el argumento depara un pequeño giro que lleva el filme por otros derroteros, por lo que al final se invita al espectador a luchar por sus sueños, y a buscarse una ocupación laboral que le haga feliz.

Se desarrolla muy bien la amistad creciente entre los dos protagonistas, que en el punto de partida no podían ser más diferentes. Ayuda mucho la interpretación de los protagonistas, pues están a gran altura tanto Lambert Wilson , como el apresurado Vincent, y el menos conocido Grégory Gadebois, en la piel del testarudo montañés Pierre.

Es una película muy teatral en la que lo mejor son los diálogos entre ambos, pero están bien el resto de secundarios, como Marie Gillain, y también resultan memorables los paisajes en donde se ha rodado el film.

Besnard se guarda un as en la manga para decirnos que no todo es lo que parece, y el CEO, que Lambert Wilson interpreta desplegando sus irritantes encantos de seductor prejubilado, también tiene muchas cosas que enseñarle a su hosco compañero.

Este aprendizaje de doble dirección, atravesado por la refrescante aparición de Marie Gillain (la protagonista de “La carnaza”), incluye una casa incendiada, la aparición de un oso voraz y la incursión de un piloto de helicóptero, como para que el espectador tenga la impresión de que habrá nuevos obstáculos en un conflicto que parece resuelto a los quince minutos de metraje.
Mientras la película avanza, inexorable, hacia su declive, una puede hacer una lista de las cosas sencillas que realmente importan, que tal vez no sean ni una tortilla ni talar un árbol.

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