PRÓXIMA (Dir. Alice Winocour)

Texto: Yolanda Aguas

Sarah (impecable trabajo de Eva Green) es una astronauta francesa que se entrena en la Agencia Espacial Europea en Colonia. Es la única mujer dentro del exigente programa. Vive sola con Stella, su hija de siete años. Sarah se siente culpable por no poder pasar más tiempo con la niña. Su amor es abrumador, inquietante. Cuando Sarah es elegida para formar parte de la tripulación de una misión espacial de un año de duración llamada Proxima, se produce el caos en la relación entre madre e hija.

Esta gran película participó en la Secciòn Oficial de la pasada edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Allí obtuvo el Premio Especial del Jurado, con todo merecimiento.

Sin hacer ruido pero con acierto y firmeza, Alice Winocour, en su tercer largometraje tras Augustine (2012) y El protector (2015), consigue poner el dedo en la llaga, señalando las dificultades a las que se enfrenta una mujer para poder hacer realidad sus sueños y abordar los retos que su preparación exige sin ser prejuzgada por su entorno inmediato y minusvalorada en según qué ambientes hasta demostrar su valía por triplicado. El amor materno-filial se pone al microscopio en Próxima, un drama que explora las complicaciones derivadas de la conciliación laboral cuando los retos profesionales implican largos periodos de ausencia insalvables. Separada de su expareja, vive sola con Stella, su hija de siete años, así que cuando recibe la noticia de su viaje espacial, lo primero que hace es ponerse en contacto con él para organizar el tramo final de su preparación, que consta de un entrenamiento intensivo y un periodo de cuarentena previos al despegue común a toda la tripulación.

Próxima no es una película en la que haya buenos y malos, aunque haya momentos en los que la protagonista realmente parezca estar moviéndose en terreno minado o, en el mejor de los casos, bastante hostil. En entornos de altísima exigencia física, da la sensación de que una mujer siempre tiene que demostrar mucho más que cualquier hombre y cuando, además, se es la excepción, hay dificultades añadidas que parten del desconocimiento y la desconfianza.

La película es tremendamente inteligente a la hora de mostrar las relaciones entre los personajes y los estados de ánimo de una persona que debe rendir al máximo pero que termina somatizando de alguna manera toda la carga que supone esa separación y la pérdida del control de algunos de los aspectos que antes dominaba.

El guión no está basado en hechos reales, pero sí que bebe de las historias de muchas mujeres que han pasado por procesos similares, como atestigua el homenaje final a las mujeres astronautas que han participado en misiones espaciales y de las que apenas conocemos sus nombres: Valentina Tereshkova es la que acapara el mayor momento de protagonismo pero también podemos ver instantáneas de otras astronautas con sus hijos. Es especialmente emocionante recordarlas en los títulos de crédito de la película.

La película participó también en el Festival de Toronto (TIFF), donde recibió la Mención Platform Prize para Alice Winocour.

A destacar principalmente, el trabajo de Matt Dillon y, sobretodo, de Eva Green. Ella está magnífica.

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NOTA: Las fotografías insertadas en este artículo son propiedad de sus autores.

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