RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS (Dir. Céline Sciamma)

Texto: Yolanda Aguas

La pintora Marianne (Noémie Merlant) recibe el encargo de realizar el retrato de una joven de familia acomodada, Héloïse (Adèle Haenel), como regalo a su futuro prometido, que nunca la ha visto. Recién salida del convento, la mujer se niega a posar. De forma inconsciente, Héloïse tiene claro hasta qué punto el arte también ha funcionado como herramienta de control y opresión de las mujeres. Resistirse a ser dibujada es la única arma de que dispone para oponerse a un matrimonio concertado.

Ambas mujeres se quedan casi solas en la residencia aislada de Héloïse. Su única acompañante, Sophie (Luàna Bajrami), trabaja para la familia.  Céline Sciamma desarrolla una subtrama en torno a Sophie que le permite imaginar unos vínculos de sororidad interclasista poco habituales en las ficciones ambientadas en esta época, pero que funciona con toda naturalidad en el contexto femenino que despliega la película.

Pionera del cine lésbico y feminista en Francia con títulos como ‘Naissance des pieuvres’ (2007), ‘Tomboy’ (2011) y ‘Girlhood’ (2014), Sciamma sitúa a sus protagonistas en un entorno especial en la Francia del siglo XVIII en que puede florecer su pasión sin que sea condicionada por las circunstancias sociales. El guión está maravillosamente escrito (ganó en el pasado Festival de Cannes). Aunque ‘Retrato de una mujer en llamas’ se ambienta en un contexto artístico, la película rehúye caer en una estética en exceso preciosista o llena de referencias a los grandes nombres de la pintura.

Hay ideas muy hermosas ligadas a la mujer enamorada como pintora: la manera en que el rostro de Héloïse permanece primero oculto y se va desvelando poco a poco a los ojos de Marianne o las primeras apariciones de la Héloïse-Eurídice que turban la conciencia de la protagonista. Sciamma, sin embargo, aboga por una iluminación naturalista que da más libertad a sus personajes y a la pasión que surgirá entre ellas. La chispa que enciende la pasión entre Marianne y Héloïse surge del proceso artístico.

Obligada a dibujar a Héloïse sin que ella lo sepa, Marianne la acompaña en sus paseos y observa con atención sus rasgos y sus gestos hasta enamorarse del objeto de su cuadro clandestino. Ya desde su arranque, ‘Retrato de una mujer en llamas’ revisa en clave feminista y a través de esta historia de amor las dinámicas tradicionales entre el artista y la persona que le inspira. En el prólogo del filme, se nos presenta a Marianne dando clases de pintura a sus alumnas. Ella actúa al mismo tiempo como artista, profesora y modelo para las estudiantes, desbaratando la idea de que la mujer solo ha ejercido de objeto de la obra artística.

Gran trabajo de Claire Mathon firmando la preciosa fotografía y de sus dos intérpretes protagonistas.

Durante toda la película y, muy especialmente, en el tramo final de la misma recordé un relato corto de la escritora Ana María Moix: “Las virtudes peligrosas”.  No les diré el motivo, vayan a ver la película y luego lean el relato (o al revés) y lo comprenderán.

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 Nota: Las fotografías insertadas en este artículo son propiedad de sus autores.

 

 

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